23/3/14

Trabajadores Desaparecidos de PAMI: Carlos Marcelo Ventura

Carlos Marcelo Ventura - Como una taba que gira en el aire
Carlos Marcelo Ventura nació el 1º de septiembre de 1949. Era, familiarmente, ‘El Chuni’, aunque por su parquedad había quienes le llamaban ‘El Momia’. Se lo recuerda engominado, serio, con sólida formación intelectual. De su desempeño en PAMI, donde comenzó a trabajar organizando el sistema de médicos de cabecera -siendo él mismo casi médico-, se habla de él como ‘muy elegante y muy agradable, formal, con la palabra justa, con la orientación justa al jubilado’. Sin embargo, Carlos dejaba salir en la intimidad un sentido del humor muy agudo y particular, como recuerda su compañera Gladis, y también lo recuerda como gran compañero y gran padre. Cuando comenzó la represión se sintió muy responsable por las mujeres e hijos de sus compañeros, ejerciendo una solidaridad que lo exponía más de lo aconsejable.
Su historia de militancia lo ubica como uno de los fundadores, junto a Enrique Pankonin, de la Liga de Estudiantes Socialistas, agrupación formada por un centenar de militantes sobre una división profunda de Franja Morada, e incorporada tiempo después al peronismo universitario y a Montoneros, donde Ventura formó parte de la estructura de Sanidad.
El 29 de setiembre de 1976, un comando de militares encapuchados irrumpen en la sede del instituto, encañonando a todo el personal. Los Ventura figuraban en una lista de buscados y ese día salvaron el pellejo de casualidad (el episodio lo relatamos en otro capítulo).
‘A la mañana siguiente – cuenta Gladis- Carlos se hizo una pasadita por el trabajo, para ver qué pasaba, y cuando lo vio su jefa le hizo señas para que se fuera. La jefa salió atrás de él y ahí le contó que estaba de nuevo toda la Federal y habían pedido por teletipo todos los datos: los míos, los de Carlos, el domicilio mío, el de mis padres, etc. A los cuatro días allanaron la casa donde vivíamos juntos, la desmantelaron. Y también el domicilio que él tenía de soltero, que era de sus padres.’
Ya no volverían a su lugar de trabajo y mandan telegramas de renuncia. Dejan su hogar y se refugian en casas amigas, primero en La Plata y luego en Buenos Aires.
En una carta que Carlos envía a seres queridos retrata el irrespirable verano del '77. Dice: ‘Lo que ayer nomás nos parecía dramático (abandonar la familia, la casa, el estudio, el trabajo), hoy nos parece tan pequeño. Tantos compañeros se han ido físicamente que se nos hace más duro todavía. Como decía una amiga hace unos días: es como si nos fuéramos quedando sin pasado. Todos con quienes hemos compartido algo, hace cinco, siete o diez años, ya no están con nosotros.’
Gladis refiere que por entonces, aunque ‘era un militante crítico, tenía que seguir militando en honor a sus compañeros caídos, pero ya sabíamos lo mal que venía todo’.
Carlos Ventura es finalmente secuestrado el 28 de marzo. Dice su compañera: ‘desaparece acá, en Buenos Aires, a eso de las 10 de al mañana. Desde ese día, yo no sé más nada de Carlos. Es como que se lo hubiera tragado la tierra. No hay testimonios de que lo hayan visto en un centro de detención. No hay nadie que me pueda decir que lo vio.’
Tenía 27 años, un hijo de 18 meses y una bebita de 40 días.
Gladis Cardacci de Ventura se refiere a su situación posterior, la de ponerse a salvo para criar a sus hijos, como ‘in-cilio’, es decir, exilio interno. Treinta años después, en 2006, reingresó a PAMI por gestión personal del presidente Néstor Kirchner.
Jorge Falcone, compañero de militancia y de trabajo en PAMI, le adjudica a Carlos esta reflexión, a propósito de una conversación sobre la volubilidad de la condición humana ante situaciones límites: ‘El hombre es capaz de la mayor grandeza y la peor canallada. Ambas facetas coexisten como una taba que gira en el aire. Siempre hay circunstancias que nos prueban, y entonces la historia nos toma una instantánea que dura para siempre’.
La desaparición de Carlos Ventura, con todos los vejámenes que se pueden suponer, no implicó la caída de otros militantes. Por eso en su libro ‘Memorial de Guerralarga’, Falcone concluye con esta imagen: ‘Aquella taba en vuelo de la que hablaba había caído para siempre, del lado de la luz’.
El legajo de su desaparición es CONADEP 1478.
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