23/3/14

Trabajadores Desaparecidos de PAMI: María Cristina Mazzuchelli


María Cristina Mazzuchelli - Belleza y revolución 
Era la menor de seis hermanos, con un papá dentista que esperaba que todos fueran profesionales. Y aunque combinó sus estudios de música y danza con la carrera de Arquitectura, en la que llegó hasta 4° año, había otras opciones de vida esperándola.
En la familia la llamaban 'Poupée' (muñeca, en francés), ya que su belleza daba que hablar. La militancia, en cambio le daría el tanguero apelativo de 'Soledad, la de Barracas', por la zona donde realizaba su trabajo barrial, aunque también fue 'La Tana' o 'Laura'. Su amiga Ana Sebastián, quien la introdujo al mundo de la política, la recuerda sensible, inocente en cuanto al conocimiento de la realidad, pero sí consciente de su belleza y sus efectos en el entorno. 'Tenía un cuerpo que hacía darse vuelta hasta a los adoquines', dice. Atrevida para la época, llegó a ir a ver a River al Monumental en minishort y botas.
A los 21 conocería a Jesús María Luján, importante cuadro militante montonero conocido como el 'Gallego Willy'. A los tres meses se casaron, en ceremonia oficiada por cura tercermundista. Luego de un embarazo fallido, nacería María José, la única hija de ambos.
Se incorporó a PAMI en instancias fundacionales como tabuladora del área de Control de Información, y consta en su legajo que recibió capacitación en Estadísticas de Salud. Según testimonios, tuvo amistad con Adriana Bai Quesada. La persecución política, la hizo pedir licencia sin goce de haberes y mudarse a Córdoba.
El 26 de setiembre de 1976, junto a otros militantes, resiste un operativo militar en el Barrio General Bustos, en el que pierde la vida, a los 25 años. Por el armamento utilizado por el Ejército, la casa es incendiada y deben intervenir los bomberos, quienes encuentran a la niña entre el inodoro y el bidet, con una puerta haciendo de techo, a propósito del armamento pesado con el que eran asediados, donde María Cristina la había puesto a salvo. La pequeña es llevada por unas horas al Centro Clandestino de Detención
La Perla y luego devuelta a su familia paterna.
Su marido caería tres años después, en 1979, dentro de uno de los episodios conocidos como 'la contraofensiva', y también estaría presente María José, ya de cuatro años. A esa edad tuvo su segundo cautiverio, no se sabe de cuántos días, y su segunda restitución a la familia paterna.
María José Luján Mazzuchelli tiene hoy 38 años, y como tantos hijos de víctimas del Terrorismo de Estado, ha debido reconstruir la historia con retazos, anécdotas, contados por compañeros de sus padres, o relatos familiares sesgados por la desaprobación del camino elegido.
Por ejemplo, se enteró hace poco tiempo que María Cristina había trabajado en PAMI, al ser contactada a través de las redes sociales. Pero lo que la enorgullece es, además del 'fuerte carácter' heredado y el evidente parecido físico, es otra cosa. Dice María José: 'Lo que me dejó mi vieja son las ganas de vivir, más allá de toda la historia, las ganas de seguir dando vida. Le costó tenerme, había perdido un embarazo.
Estaba muy aferrada a mí, me cuidó hasta último momento, y pienso en el momento ese en que tuvo que dejarme. Debe haber sido muy doloroso ese instante. Hoy pienso que lo mejor que yo puedo haber hecho en la vida fue tener a mis dos hijos. Y cuando los veo siento que ella está en ellos y estaría muy contenta de tener los nietos que tiene.'
Se identifica también con su madre en la coquetería. 'Tenía ese costado muy femenino y no dejaba de arreglarse. Yo hago un paralelismo con Cristina, porque mi vieja tendría 61, y siempre digo que debe haber sido como ella, de no dejar esas cuestiones mundanas, que muchos le critican a la presidenta.'
No obstante, tanto María Cristina como su marido, no tenían apego por las pertenencias, al punto de dar la vajilla y otros regalos de casamiento. Dice María José: 'Tenían otro concepto de lo material. Al punto que no tenían ni para viajar en colectivo, según me he enterado por cartas de mi viejo a mi vieja. A veces no tenían ni para comer. Mis viejos no tenían nada, dieron todo. Eran militantes de verdad. Mi vieja le decía a mi abuela que sabía q podía dejar la vida, pero que le iba a dejar un mundo mejor a su hija, que era yo.'
Por todo ello, María José ve con buenos ojos los reconocimientos como el que PAMI lleva adelante: 'Siento que a mucha parte de los argentinos se los oculta, más cuando vienen de palos de militancia como Montoneros, como que es mala palabra. Y yo, a esta altura de mi vida, estoy orgullosa de mis viejos, porque realmente siento que ante todo fueron buenas personas y que pelearon por algo justo.'
El legajo de María Cristina en el Archivo Nacional de la Memoria es REDEFA 745.
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