29/5/13

Otro enfoque sobre el problema de la inseguridad

La matriz cultural de la inseguridad

por Fernando Pisani


Algo distinto hay que hacer. La violencia no para de crecer. La cantidad de jóvenes heridos o muertos, y que hieren o matan, nos impacta día a día. Los robos de cualquier cosa seguidos o precedidos por agresiones inconcebibles en otras épocas...

Algo distinto hay que hacer. La violencia no para de crecer. La cantidad de jóvenes heridos o muertos, y que hieren o matan, nos impacta día a día. Los robos de cualquier cosa seguidos o precedidos por agresiones inconcebibles en otras épocas, al menos en su frecuencia, nos hace preguntar qué mundo estamos construyendo. Nada ni nadie está a salvo. Del respeto y veneración por el anciano se pasó a transformarlos en la víctima fácil. La escuela y los lugares donde se ayuda a la gente, de zonas intocables pasaron a ser lugar de reiterados robos o hechos vandálicos. Rosario y Santa Fe se han transformado en las ciudades más violentas de Argentina. El narcotráfico parece que no sólo llegó para quedarse, sino para extenderse.

Y frente a ello es un grave error −y muestra de impotencia− que los gobiernos provinciales echen las culpas y responsabilidades al nacional; las municipalidades y comunas, a la provincia y a la Nación; y nosotros, a los gobiernos y poderes públicos. Por supuesto que viviendo en un país federal la principal responsabilidad recae en el Poder Ejecutivo provincial, así como también en el Legislativo y en el Judicial. De sus impericias, sus "vistas gordas" y zonas oscuras podemos atribuir ciertos crecimientos desmedidos o faltas de respuestas contundentes, pero el problema principal está en otro lado.

Pero es simplista atribuirlo a la pobreza, a la falta de trabajo o a las características de la sociedad capitalista, aunque también tienen que ver. Y más errado aún es afirmar que es propio de la "naturaleza humana": la violencia, las conductas delictivas, el "resolver" las cosas a los golpes, puntazos o tiros, son cosas que se aprenden.

Si lejos de resolverse, se agrava, no es descabellado suponer que estamos haciendo algo cada vez peor, como sociedad y como individuos. Y aquí la clave está en "estamos haciendo". Porque sin pretender negar diversas responsabilidades −económicas, políticas, institucionales− no encontraremos la punta del ovillo si lo vemos como algo que nosotros no tenemos nada que ver, que jamás se relaciona con lo que hacemos, apoyamos o aceptamos. 


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