No me canso de ver el reportaje de Gelblung a Cristina en Crónica. Es una entrevista absolutamente distinta, de esas que imaginamos a las que nunca se prestaría. "Nosotros sólo hablamos de política" fue casi un axioma. Y tanto hablamos de política que un día sin darnos cuenta empezamos a aburrir dejando paso a los "divertidos".
Por ahí De Narvaez nos ganó por eso en 2009, tal como dice Cristina, con el Alica-Alicate. Por ahí también por eso nos ganó M*acri, que en campaña vivía en una permanente despedida de soltero, bailando y riendo.
En una de esas "es necesario" ir a los programas de chimentos, los pasatistas, prestarse a que lo carguen a uno; festejar una imitación en el Gran Cuñado de Tinelli, aparecer en una cancha de fútbol, o hasta ir a comer con Mirtha Legrand.
Tal vez sea esto criticado desde la "intelectualidad", o incluso cualquiera de nosotros que detestamos esas cosas, pero me parece que todo hubiese sido más fácil -o por lo menos menos complicado- si este tipo de entrevistas hubiesen sido frecuentes.
Ya ni me acuerdo quien me dijo que el candidato que ganaba una elección era el que lograba parecerse más a sus votantes, o a los que estos aspiraban ser. El que mejor los espejaba. Y la verdad es que todos queremos ser cancheros, amigables y divertidos.
Los fenómenos como Del Sel sólo se pueden explicar a partir de esto. Un políticamente nulo que es y hace todo lo posible por mostrarse como anti-político casi llega a ser gobernador de Santa Fe. ¿Quién hoy recuerda una propuesta de Del Sel o de De Narváez?
Todos los que nos colgamos el cartel de militantes del proyecto nacional y popular queremos ser como Néstor y Cristina. Leales y rápidos con las respuestas como Aníbal. Tener la capacidad discursiva y de trabajo del Chivo. Explicar las cuestiones económicas tan fácil como lo hace Kicillof, o la claridad del viejo Recalde en lo relativo a los derechos laborales.
Pero parece que no alcanza. o en todo caso a NOSOTROS nos alcanza eso. Estamos cómodos con eso y muy seguros que todos van a razonar como nosotros. Incluso hasta nuestro sentir es racional. No nos gusta cualquier político, sino que decimos estar enamorados de la política y de un proyecto en particular.
Tal vez la Cristina que se vio hoy llegue mucho más a otros lugares que la que nos recontra explicaba con datos-datos-datos y argumentos-argumentos-argumentos todo. Boludear un poco no está mal.
