Luego del segundo lugar obtenido en las elecciones presidenciales con el 17% de los votos, Binner entendió rápidamente que ese era su techo.
Sin embargo, voceros oficiales y oficiosos, salieron a replicar que ese era justamente lo contrario: que ese era el piso desde donde sólo restaba subir fácilmente para la toma del poder por medios pacíficos y sin revoluciones proletarias.
Nunca en la historia de nuestro país un partido se había constituído en segunda fuerza con un 17%. Binner lo hizo, pero es justo decir que es un logro compartido dada la fragmentación de la oposición.
Consolidado el FPV en un piso del 33% de los votos nacionales (Artemio López lo explica muy bien) a Binner le resta conseguir votos por fuera de ese 17% + 33% que es el de un votante cercano más a las ideas de Macri -o a las no/ideas de Del Sel- poco politizado y fundamentalmente no cautivo de las estructuras políticas tradicionales.
Es así que no duda en juntarse cada vez que puede con, por ejemplo, la Sociedad Rural o todo lo que tenga tufillo anti-K para ver si logra atraer aunque más no sea algo que le permita perforar ese 17% para posicionarse en principio en las PASO frente a Carrió, Sanz, Cobos, etc.
Insisto: No nos equivoquemos; lo de Binner fue muy bien pensado. No fue un error. No me atrevo a decir si realmente piensa así, pero sí a que es parte de una estrategia pra sumar votos que de otra manera le serán esquivos.
Nosotros, entre tanto, tenemos otro problema un poco más serio: Superar el 33% para lo que no hay necesidad de dejar de ser lo que hasta ahora fuimos buscando salidas por derecha o por izquierda (a esta altura una entelequia vacía de contenido). En principio hace falta un candidato que garantice la obtención de ese 33%, es decir uno propio.
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