23/2/14

¡Todos somos Robertito! (por más que nuestra vestimenta sea vulgar)

Haciendo una especie de psicologismo bien barato, casi sin cargo, se puede decir que más que describir a Cristina, en esta nota Pablo sivén sólo logra describirse a sí mismo, su odio, sus ordinarias obsesiones, su egoismo y sus mezquindades. 

Es él quien sermonea a Cristina por lo que supone son sus gustos periodísticos. Sin embargo dice que la que lo hace es ella.

Copio y pego: " ...En efecto, es tal la obsesión por maltratar al periodismo de Cristina Kirchner, y su odio visceral hacia el oficio de informar, que tampoco se muestra dispuesta a ser generosa ni siquiera con los hombres y mujeres de prensa de su propia y creciente tropa.

No es usual que en sus sermoneos en público o en redes sociales deslice ponderaciones, como las que dedicó a Robertito , hacia los periodistas que sí entienden el "modelo" y que se muestran afables y dóciles en resaltar los logros de su gestión. Esos que genuinamente creen en ella y en su marido desde el principio y de los muchos más conversos que se fueron encolumnando entusiasmados por el pluriempleo bien remunerado que aseguró el creciente aparato de comunicación oficial.

Hay quizá incluso hacia ellos un ninguneo o directamente un desprecio resentido tácito porque no han logrado arrebatarles a los "medios hegemónicos" la firme atención que todavía les dispensa el público.

Con un tiro por elevación, señaló hace pocos días lo inútiles que eran ya que expresó sus deseos de encontrar "algún juez o alguna Corte que torne obligatorio que se sepan los actos de Gobierno", como si aquellos medios y periodistas que le son tan fieles no le dedicaran grandes loas y espacios en todos los soportes para exaltar su gestión. Quedó claro que para ella también ese enorme esfuerzo y gasto por armar una comunicación adicta es del todo ineficiente.

Pero aun en su mezquindad hacia los propios, es posible trazar un "mapa" de lo que Cristina Kirchner pretende de la profesión... " COMPLETO

Siempre conviene estar acompañado. Aunque sea por un gato, una cena frugal y una TV encendida sin volumen. Caso contrario uno se convierte en un mal bicho como Sirvén.

¡Aguante Robertito!

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