8/12/13

Hay balas buenas y balas malas

Que duelan todas las balas, no sólo la última
por Soledad Mizerniuk

Inocentes todos, inocente Serena e inocentes también los cientos de chicos de la escuela Nº 95 Simón de Iriondo de Alto Verde, que desde hace años se esconden debajo de los pupitres o de las camas cuando escuchan el primer tiro. Inocentes los que no llegaron a cubrirse, como Serena en el Club Regatas; y como Antonella Portillo, de 19 años, que murió por otra bala perdida de un tiroteo, en la manzana 3 del distrito hace poco más de dos meses.

Hoy duele y conmociona, enfurece e indigna a una sociedad completa. En gran medida porque ésta es una verdad que gritan desde hace años las marcas de balazos en los tapiales de distintos barrios, porque lo denunciaban entre mares de lágrimas tantos familiares y amigos de víctimas de la inseguridad en la Plaza desde hace mucho tiempo. Sin embargo, ¿cuántas marchas solitarias pasaron esas madres en estos años? Grupos de 10 o 15 personas que reclamaban a gritos por justicia, mientras sólo un puñado los acompañaba.

El 25 de mayo pasado, el sacerdote Javier Albizu, al frente de la parroquia Jesús Resucitado de Alto Verde, convocó a una marcha por la paz. El lema era Que el silencio de nuestra marcha sea más fuerte que el ruido de las balas. ¿Cuántos lo apoyaron?

¿Por qué hoy sí duele? ¿Por qué a este abrazo simbólico sí fueron? ¿Por qué a esta marcha por justicia?
COMPLETO

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