17/5/10

Rugido Radical (por Orlando Barone)


El senador Ernesto Sanz sabe mucho acerca de los pobres. Lo que sabe lo sabe tan bien que cuando habla sobre ellos denota de donde le viene esa sabiduría. Es natural a su naturaleza.

El radical acaba de decir con solvencia intelectual y moral que los beneficios de la asignación universal por hijo lo que están consiguiendo en el conurbano es aumentar “la droga y el juego”.

Remite a aquella mitología gorila de los años cincuenta que decía que los “peronchos” a quienes el Estado les regalaba viviendas, arrancaban los pisos de “parqué” para hacer el fuego para el asado.

La gracia del medio pelo era decir que como la tablita de madera en su reverso tenía alquitrán, eso hacía más fácil y rápida la llama. Lo increíble es que lo creían gentes letradas, muy letradas de prejuicios.

Pocas veces como hoy esas raíces antiperonistas han fertilizado tan exitosamente: Gerardo Morales, Aguad, Cobos, Silvana Giúdice - por citar una feroz vanguardia parlamentaria- confirman la evolución generacional del radicalismo.
Elisa Carrió y López Murphy como ex miembros del tronco no lo desmerecen.

Ya en 1947 otro radical –el diputado Sanmartino, igual que Sanz llamado Ernesto- se refirió a los descamisados peronistas como “aluvión zoológico”. No hace falta aclararlo: presuponía que millones de peronistas eran una “turba animal y morocha lanzada contra la civilización blanca”.
La base política de radicales como Sanz se asienta sobre prejuicios históricos antipopulares y rabiosos como lo son “negrada”, “grasa” y más actual: “clientelismo”.

Muchos como él, el 25 de mayo estarán en primera fila en el Tedeum piadoso de la Catedral.
Ahí sí en esa caja de resonancia democrática y purificada por eclesiásticos altísimos, los pobres adquieren en la retórica santa el envase de cristiana piedad que este gobierno hereje les niega. Con su malintencionada desinformación Sanz olfatea vicio donde hay virtudes.

Contrariando así las verdaderas y favorables consecuencias del plan de Asignación universal, que reduce los umbrales de pobreza y de indigencia y aumenta la asistencia escolar y rescata a los chicos de las calles.

En su catarsis segregatoria –después corregida por vergüenza- el senador se olvidó o se contuvo de aportar algún otro ingrediente bárbaro. Decir por ejemplo que por embolzarse más dádivas las parejas de villas y asentamientos se prodigan en el acto sexual para engendrar hijos a troche y moche. O que hasta son capaces de robarse bebés entre si para multiplicar sus ingresos.

Ya hubo infundios sobre falta de gente para levantar la cosecha: sospechan que la asignación por hijo alienta la vagancia. Cuando lleguen a la ciudad las marchas de los pueblos orginarios habrá un festín gourmet de prejuicios.

Lo único que nos faltaba-dirán- que los indios pretendan indemnizaciones precolombinas.
Tinelli se burló en su programa de una población guaraní asustándola con una topadora. Hace poco el conductor de un programa radial tuvo que desdecirse después de calificar a los piquetes como “indígenas incivilizados”.

No es casual que desde la oposición se emplee el sustituto de “yegua” (por empecinamiento zoológico) para no nombrar a la presidenta.

No hay forma de evitar el prejuicio: lo que podría evitarse es votarlo.


Carta abierta leída por Orlando Barone el 17 de Mayo de 2010 en Radio del Plata.

1 comentario:

gcanseco dijo...

El "Senator" se olvidó de nombrar entre las calamidades devenidas por esta funesta acción de gobierno que la morochada ardiente se estaría encargando de aumentar el padrón electoral pero este sanbenito se viene escuchando a lo largo y a lo ancho de la ciudad puerto y su hinterland, la antigua pampagringa devenida en sojera