Cuánto se escribió desde entonces. Que "guerrilla comunicacional", que "difamadores cibernéticos", que "ejército de mercenarios", que "Aníbal ofreció dinero", y otros tantas giladas más.
Esas giladas no eran inocentes, ni por nada.
Les dolía desde hace rato la presencia de tipos que tienen un poco de tiempo libre y lo usan para escribir a favor del gobierno. No creo que no entiendan esto. Estoy convencido que sí lo entienden pero hacen como que no para justificar algunas de sus actitudes.
Ellos son los paladines de la libertad de prensa, pero cuando alguno de nosotros ejerce esa misma libertad opinando en contra de lo que ellos dicen, saltan como si hubiesen pisado una tachuela descalzos.
Y se ponen en víctimas, y van al senado a pedir protección, y reciben premios mientras piden la escupidera a la presidenta y su esposo. Patéticos.
Lamentablemente así están las cosas: Un peronista con computadora y acceso a internet es un difamador a sueldo del gobierno. Un periodista con computadora y acceso a internet es un ciudadano ejerciendo un derecho.
Tendríamos que estar al margen del gobierno que tanto nos gusta en nombre de nuestra independencia como ciudadanos de una república, y no dejar lugar a que puedan dudar de nuestra independencia como blogueros.
Creo necesario reconocer que llegó el momento de admitir que un poco de culpa nosotros tenemos. Es inimaginable que -por poner un ejemplo cualquiera- un funcionario de Macri de reuna con bloggers para contarles las políticas del gobierno.
¿Se imaginan lo que dirían Clarín y La Nación si apareciera un video de un funcionario con bloggers "M"?
Yo no me lo imagino.
1 comentario:
Boló, na' que ver.
No vas a comparar un "bloguero k" con un "blogger"... el blogger es top.
Como tampoco vas a comparar un "Bulrich" con un "Fernandez", apellido patricio contra apellido de inmigrante gallego.
Es una cuestión de clase.
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