9/8/15

El Anti-K Emocional

Por Gerardo Fernández

El anti K emocional cree en esa frase célebre que al moribundo no hay que darle comida en la boca sino enseñarle a pescar. No entiende que una persona hambrienta y probablemente desnutrida no estará en condiciones de aprender el oficio y que muy probablemente muera en el intento. Pero desconoce algo más grave aún y es el hecho de que el Estado es la superestructura que se dan las sociedades para gobernarse y procurarse una vida, por eso cree que al kirchnerismo le gustan más los planes asistenciales que generar trabajo y, la verdad, es que probablemente morirá ignorando que por ejemplo, la Asignación Universal por Hijo no es un plan sino un derecho y que lo que ha hecho el gobierno es simplemente instrumentarlo.

El anti K emocional no pertenece a las minorías adineradas y arrastra la pesada mochila de estar insertado en la economía como clase media pero pensar el mundo como si fuera un ricachón, por eso, cuando a cada rato comprueba que no puede comprarse un Audi de 80 mil dólares, que no puede viajar al exterior a cada rato o que en definitiva no puede hacer lo que el cree que debería poder hacer, explota. Es que la disociación entre la inserción en la vida real y el mundo imaginario tarde o temprano hace estragos.

El anti K emocional cree que el gobierno no genera más trabajo porque no quiere. Repite que hay que promover la cultura del trabajo sin observar que, precisamente la mayoría de la gente que apoya al gobierno lo hace porque, precisamente, gracias a él recuperó el trabajo.

El anti K emocional enmudece cuando le preguntás quién dejó al país con una desocupación de casi el 30 % y qué gobierno se encargó de recuperar esos puestos de trabajo.

En líneas generales, el anti K emocional repite mecánicamente las consignas que emanan de los grandes medios opositores. Los zócalos son la pólvora que enciende su verba incendiaria, pero ¡Guay si le mandás una repregunta! porque se las ven en figurillas.

El anti K emocional repite torpemente que los pobres son pobres porque les encanta y que no trabajan porque son vagos.

Si le va bien, cree que el mérito es exclusivamente suyo. Es más, si lo apretás te dice que le debería ir muchísimo mejor, aún. Cree que al kirchnerismo no le agrada que a él le vaya bien.

El anti K emocional responsabiliza al kirchnerismo de que no le vaya como él cree que le tendría que ir, pero jamás investigará qué o quienes le hicieron creer que su destino era ser un aristócrata.
 
El anti K emocional tiene radares especiales para captar los bolazos más exuberantes que se puedan propalar. Y cuanto más demencial es el invento, más creíble le parece. Por ejemplo, este último de que un preso gana más que un jubilado.

El anti K emocional se aferra a estas boludeces y las defiende con uñas y dientes. La verdad es que habrá que hacer estudios muy profundos para detectar cómo contrajo esta penosa enfermedad.

El anti K emocional levanta la voz en la cola del banco, profiere los peores insultos a la presidenta de la nación, escribe carteles que chorrean asco y falta de respeto y sale a las calles a gritar los peores improperios sin que nadie le haga nada pero cree que vive en una dictadura...

Sería muy fácil redondear diciendo que el el anti K emocional es, por sobre todo, una persona medio tonta, pero ello no sólo sería una ofensa gratuita sino fundamentalmente injusta, porque el anti K emocional es, aunque él lo ignore, una víctima más de ciertas corrientes de pensamiento que nos han hecho mucho daño, como sin ir más lejos la de la oligarquía, que a través de sus medios y su aparato de propaganda convenció a una porción nada desdeñable de los argentinos que somos una patria fracasada e incapaz de gestarnos un futuro diseñado por nosotros mismos. Por eso los procesos políticos como el que estamos viviendo generan rechazos irracionales, porque a muchas personas las corre de su eje, de lo que creen su destino. Gente que en el fondo sigue creyendo el dogma según el cual "este país" tiene que volver a acoplarse a un esquema internacional que precisamente fue el que lo mandó al hospital. Hay un grupo nada desdeñable de argentinos que sigue fiel a la creencia de que todo lo bueno debe bajar del norte y que nuestro destino es morder el freno y acatar todo lo que venga.

Los sectores dominantes, esos que antes eran la oligarquía y ahora son "los mercados" tuvieron la astucia de transformar su mirada del mundo y su proyecto en la mirada y el proyecto de mucha clase media de esa que llega a fin de mes ahí, justito justito, pero que por su número y capacidad de batifondo es la principal defensora de un modelo de país que siempre que se implementó la jodió.

Pero la pobre sigue convencida de que la culpa de todo la sigue teniendo el kirchnerismo...

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