14/2/14

Algunos límites del diálogo

De tanto que nos han machacado con la cantinela que el kirchnerismo no dialoga estoy casi convencido que ya no hablo con nadie.
Uno se sienta con alguien a hablar cosas serias.
Llega a un acuerdo que beneficia a las dos partes.
A otro día te levantás y no se cumple lo que arreglaste.
Lo peor es cuando aparecen terceros oficiosos a defender a la otra parte.
Pero mucho peor es que una vez que te das cuenta que lo que a lo que arreglaste nadie lo respeta, no te queda otra que ponerte en vigilante.

Eso pasa con el acuerdo de precios entre el gobierno y los supermercadistas.
¿Los dueños de las cadenas fueron al diálogo para qué?
¿Para no poner en sus comercios un precio al que se comprometieron?
¿Por qué firmaron si no les cerraba?
¿No habrá que sentarse de nuevo y ver otra vez los números?
(Estos son los que también te corren con que el gobierno no dialoga)

Entonces ahora viene la parte tres de la cuestión.
Multas. Amenazas de caídas de subsidios. Ponerse en vigilante.
Y sale la oposición a defender a los supermercados.
Ahí ya te estás preguntando ¿y para qué perdí tiempo hablando?

Cuando empezás a responderte viene la cuarta.
Los tipos se hacen los ofendidos por las multas y van a la justicia.
Una cautelar. Empieza el díalogo de abogados.
Mientras tanto, los precios no bajan.
Los productos no aparecen.
Los medios te critican porque el acuerdo era malo.
Los medios en los que los supermercados anuncian, hasta en una de esas te niegan el acuerdo.
La oposición porque no se tendría que haber llegado a esto.

El difícil. Pero es así.
El gobierno está haciendo las cosas tal como se le reclamaba.
Y lo está haciendo solo, o en todo caso con los que apoyan siempre.
Los que reclamaban diálogo parece que andan ocupados en otras cosas.

Cuesta trabajo y paciencia.
Va a llevar tiempo, pero va a salir bien.
 
Tarda en llegar, y al final, siempre hay recompensa.
 

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