17/11/12

Periodismo militante del cacerolismo

Con una prosa que recuerda la de quienes festejaban los bombardeos a la plaza de mayo en 1955, leemos la nueva columna de Rogelio Alaníz, luego de haber abandonado el escondite de "periodista independiente" para pasar a convertirse en un periodista militante (igual a esos a quien dice detestar porque envilcen la profesión, aunque en realidad detesta porque son peronistas), un militante del cacerolismo, pero militante al fin que fue a batir palmas a la plaza de mayo santafesina el pasado 8 de noviembre.

Leamos:
La señora todavía no tomó conciencia acerca de la derrota que le infligió el pueblo movilizado en la calle el pasado 8 de noviembre. Tres mitos operativos de su gobierno se derrumbaron en una sola movida: el control de la calle, el control de la juventud y el control de las redes sociales. También el de la adhesión de las mujeres. Como la princesa del cuento, el espejo le revela a la señora una verdad que ella se resistía a ver, una verdad que ella más que nadie contribuyó a forjar. Los tres mitos fueron creados por la oposición, o mejor dichos por los comunicadores opositores, justamente por el histórico problema de no entender al peronismo. Donde ven "control", otros vemos militancia.

Los lenguaraces del gobierno dicen que lo sucedido fue un episodio menor, que la señora sigue gozando del apoyo popular, que si mañana se convocara a elecciones ganaría otra vez. Están ciegos o no quieren ver. O están sordos y no quieren escuchar. O los dioses les durmieron el cerebro. ¿Y quien le ganaría? ¿Binner? ¿Alfonsín? ¿Macri? ¿Del Sel? ¿Todos juntos? Una pena que la asamblea popular no haya legitimado a alguno..

Lo sucedido el 8 de noviembre puede ser evaluado de muchos modos, pero la única evaluación que carece de entidad es la electoral. El 8 de noviembre el pueblo no salió a la calle a votar, salió a hacerse oír, salió a reclamar por derechos extraviados y ofensas infligidas. Bueno, ¿en qué quedamos? ¿Hacemos evaluación electoral sólo si no gana Cristina? Otra vez lamentamos que no se nos haga conocer los "DERECHOS EXTRAVIADOS" para corregir el rumbo, otra clara muestra que la oposición no quiere colaborar.

Todos los gobiernos suelen ser criticados por el común de la gente. En democracia está permitido hacerlo y suele ser la actividad más inofensiva y gratuita. El problema, por lo tanto, no es que la gente critique al gobierno, el problema a evaluar, el dato singular a tener en cuenta, es por qué en un momento dado la gente común, los hombres y las mujeres de la patria, decidieron salir a la calle, romper con la pasividad y la rutina quejumbrosa de todos los días, para vivir la acogedora emoción de una experiencia colectiva. Eso es lo nuevo y lo diferente, y no las encuestas anacrónicas de los Artemio López y los Julio Aurelio de turno. Uhhh! Le dijo anacrónico a mi amigo Artemio. Esto no va a quedar así.

La irrupción de las masas en la calle suele desbordar los esquemas preconcebidos. Sobre la presencia de la multitud en el espacio público se pueden decir muchas cosas, pero lo que no se puede hacer es ignorarla o descalificarla como sujeto histórico. Le guste o no al poder de turno, un nuevo actor social se ha instalado en el escenario político. Es un actor difuso, un actor que carece de organicidad, entre otras cosas porque no la necesita ni está en sus planes tenerla, pero existe. ¡Qué dato! Gracias.

Si el oficialismo desconoce la protesta social o la desmerece, los opositores deben preocuparse por tratar de entenderla. Los reclamos de la calle no apuntan contra todos, no exigen -como en 2001- que se vayan todos. Las criticas -es necesario decirlo- no son contra Binner, Sanz, Cobos o Macri. Tampoco exigen que se vaya ella, pero está claro que todas las críticas apuntan contra ella. La animosidad contra la señora a nadie le debería llamar la atención. Ella personalizó el poder, lo concentró en su figura, en sus gestos, en sus ticks y en su retórica. ¿A alguien le puede sorprender -por lo tanto- que sea la titular de todas las críticas? Acá hay una mentirita, mi querido Roger. Sí pedían que se vaya Cristina. A lo mejor vos no porque no tenés en claro quién querés que venga, pero un buen número pedía que se vaya.

La realidad suele ser más compleja que una consigna, dicen algunos. Es probable, pero cuando los pueblos están en la calle la tendencia a la simplificación es inevitable, como también lo es personalizar con nombre, rostro y apellido la responsabilidad de los males y desgracias que llueven sobre una nación. Claro, ahora entiendo. En un párrafo está bien que "Ella" sea la depositaria de todos los reclamos, y en el que sigue no. Eso te pasa por levantarte a cagar justo cuando estás escribiendo, se te van las ideas.

El deterioro de la imagen presidencial es aleccionador y preocupante. Aleccionador, porque son sus excesos y abusos los que se impugnan; preocupante, porque una cultura democrática admite el disenso, la objeción, la crítica, pero le cuesta mucho sostenerse en un clima de creciente animosidad. Dicho con otras palabras, la democracia como hecho cultural se construye con hilos muy delicados y no soporta odios colectivos intensos. ¿Y cuáles serían los números de encuestadores "no anacrónicos" en los que se basa la afirmación del deterioro de la imagen presidencial?

De todos modos, la farsa está llegando a su fin. Las luces del escenario se apagan y los farsantes quedan a la intemperie con sus máscaras desgarradas, su maquillaje caído y sus disfraces transformados en harapos. La quiebra política y moral del régimen arrastra en su caída a quienes supusieron que estaban velando armas en la antesala de la revolución social, el socialismo o la liberación nacional. ¡Crueles y paradójicas lecciones de la historia! Los que se equivocaron en 1973, volvieron a equivocarse en la primera década del siglo XXI. A la tragedia de los setenta le sucedió la comedia actual. No son sus ideales los que se han declarado en bancarrota, sino el abismo existente entre sus ideales y la deplorable realidad de un régimen que muy bien merecería calificarse de “falaz y descreído”. En este párrafo coincido 100%. Lo de los caceroleros es una farsa y el sector social que representan se vuelve a equivocar como se equivocaron con Perón.

De la derrota del 8N no hay retorno. No hay magia ni milagros que permitan recuperarse de esa tremenda lección política. Adiós a los sueños de la Cristina eterna y de la reelección indefinida. A la oscuridad le sucede la luz y con la luz se disipan las tinieblas. La danza de los vampiros está llegando a su fin. No es el crucifijo el que los aniquila, tampoco las ristras de ajos, sino la presencia del pueblo soberano en la calle. ¡Mirá qué hay cosas para sacudirle a este gobierno! Yo mismo te hago una lista de 50, si querés ¿Tenía la oposición que inventar los de la Re-Re? ¿Era necesario hacer ese papelón? Eso es como que yo me adjudique una victoria porque el autor de esta nota va a dejar de tomar Levité sabor pera en la cena.

Sigue un párrafo que suprimo por insustancial y exceso de adjetivos.

Idem anterior.

Al autoritarismo se lo combate con democracia, al mesianismo con racionalidad y al fanatismo con tolerancia. Las fantasías del kirchnerismo se están cayendo a pedazos, pero su gobierno debe continuar. Hay que hacer lo posible y lo imposible para que así sea. Ni enfermedad, ni muerte, ni renuncia anticipada. La experiencia debe agotarse para que, de una vez por todas, quede claro para todos que el populismo arrastra a los pueblos al fracaso. El aprendizaje es necesario, tan necesario como lo fue en su momento saber que las dictaduras militares no resolvían nada y agravaban todo. Espero que los cacerolos lean esto. Espero que sea un deseo verdadero. Igual, la comparación con la dictadura da para hacer un box con Rogelio, pero no me da el peso y por suerte existen los blogs para descargarse.

Los que salieron a la calle el 8 de noviembre no deben perder de vista que no son la totalidad, que no son todos, que hay otra argentina, equivocada o no, pero no por ello menos legítima. La gran imputación política y moral que se les debe hacer a los Kirchner y su claque es la de haber cavado una zanja para dividir a la nación, enfrentar de manera facciosa a los argentinos entre sí. Heridas que habían demorado en cicatrizar, odios y resentimientos que estaban siendo superados, fueron reactivados de manera deliberada. Para ello se invocó a la revolución, a la causa del pueblo, y sus intelectuales no tuvieron escrúpulos en recurrir a las canteras habilitadas por los ideólogos del nazi fascismo, de los cuales Carl Schmitt fue el más importante, pero no el único. Otro párrafo en el que queda claro que el gorilimo es un efecto no deseado de la aparición del peronismo en la Argentina, que al no entenderlo lo imaginan nazi o lo que sea. Pobre gente.

El gobierno debe concluir su mandato, pero si así no fuere, si a pesar de todos los esfuerzos que se hicieran para sostener el andamiaje de las instituciones, algunas de ellas se cayeran, es importante que quede claro en la conciencia colectiva que no fue el pueblo el responsable del derrumbe, sino la claque en el poder, empecinada en aferrarse a sus privilegios y alienaciones. Acá nos explica Rogelio que no forma parte de un movimiento destituyente. Aclara tanto que resulta obvio que miente.

Los tiempos que se avecinan son de prueba y están cargados de acechanzas. Objetivamente, el proyecto económico del gobierno carece de oxígeno y su liderazgo político está gravemente herido. El gobierno carece de horizontes económicos y su futuro político está en tela de juicio. En definitiva, el relato se ha desmoronado. La retórica de la señora y sus exasperantes monólogos por la cadena nacional se están reduciendo a un anacrónico soliloquio cargado de sonidos y de furia. La princesa Scherezade llegó a la noche mil una y ahora debe afrontar las consecuencias. En definitiva, un ciclo histórico pareciera estar llegando a su fin. A la vuelta del camino es probable que descubramos, para nuestro asombro y estupor, que la heredera de Isabel se llama Cristina. El peronismo siempre nos suele sorprender con esas revelaciones. Finalmente aparece del fondo de su ser la Lilita Carrió que lleva adentro, y hasta no se priva de emparentar a Cristina con Isabel. ¡Cada día te quiero más! 

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