7/7/12

Elogio de la mentira

Hay todavía algunos que se hacen los distraídos y comparan al gobierno de Cristina con una dictadura, enojados, por ejemplo, por no poder comprar dólares. Pareciera que se olvidaron lo que es en verdad una dictadura.

Estos personajes que viven enojados rescatan a Brasil como un ejemplo a seguir. En realidad rescatan a todo lo que no sea originario de estas tierras, pero como respetan más a lo de afuera creo oportuno mostrar lo que sigue. A lo mejor, como es un relato de una extranjera, lo escuchan y lo toman en cuenta.

Cuando Dilma era Ministra fue al Senado de Brasil y se encontró con Agripino Maia (cuatro veces electo Senador por su estado, del que antes fue "prefeito" de la capital, Natal, en plena dictadura) que le recordó un recorte periodístico donde ella confesaba haber mentido. En el video está la respuesta que le dio y lo que sigue es la traducción.
Tengo apenas una consideración que creo importante responder para la democracia de Brasil. El proceso de dictadura militar en el país que comienza en el 64, se profundiza en el 68 y llega a su auge en 1970 cuando se tortura y se mata indiscriminadamente en Brasil, es completamente diferente de este proceso de transición democrática.

Ese momento, que se va a cerrar el los años 80, es diferente de lo que aconteció a lo largo de los años 70. Lo qué acontece en los años 70 no es una dictadura policíaca simplemente: Es la imposibilidad de decir la verdad en cualquier circunstancia. ¿Por qué? Porque el derecho a la libre expresión estaba enterrado. No se dialoga, no es posible suponer que se dialogue con la tortura, la picana y la muerte. No es posible ese diálogo. Y no es sólo aquí en Brasil que no existió. No hubo en ningún país del mundo. No hubo en Argentina durante la dictadura militar; no hubo en Argelia durante la guerra. No existe la posibilidad de un diálogo civilizado y es eso lo que es importante hoy en la democracia brasilera. Cualquier comparación entre la dictadura militar y la democracia brasilera sólo puede partir de quien no da valor a la democracia.

Yo tenía 19 años, estuve 3 años presa, y fui torturada salvajemente Senador. Cualquier persona que intentase decir la verdad frente a los interrogadores compromete la vida de sus semejantes, entrega personas para que las maten. Estoy muy orgullosa de haber mentido, Senador, porque mentir en la tortura no es fácil.

Ahora, en democracia, se habla con la verdad. Delante de la tortura, quien tiene coraje, dignidad, dice mentiras. Y eso Senador, forma parte íntegra de mi biografía de la que tengo un inmenso orgullo. No estoy hablando de héroes. ¡Feliz de un pueblo que no tiene héroes de este tipo, Senador! Porque aguantar la tortura es algo dificilísimo. Porque todos nosotros somos muy frágiles, somos humanos, sufrimos el dolor. La seducción y la tentación de decir lo que ocurrió y decir la verdad es muy grande. El dolor es insoportable. Usted no imagina cuán insoportable es.

Entonces, estoy orgullosa de haber mentido. Estoy inmensamente orgullosa de haber mentido, porque salvé compañeros de la misma tortura y de la muerte. No tengo ningún compromiso con la dictadura en términos de decir la verdad. Yo estaba de un lado y ellos del otro. Lo que estaba en cuestión era mi vida y la de mis compañeros. Y este país que transitó por todo eso, que construyó esta democracia, es el que permite que hoy yo esté aquí hablando con ustedes y no tiene ninguna similitud. Este diálogo es democrático.

Yo estoy aquí y ustedes me pueden hacer pregunta y yo puedo responder. Estamos en igualdad de condiciones humanas y materiales. No estamos en un diálogo entre mi pescuezo y la horca. Estoy aquí en un diálogo civilizado y por eso creo y respeto este momento. Por eso ya vine otras veces. Comienzo mi discurso destacando esto porque es algo que debemos rescatar de este proceso sobre lo que ocurrió en Brasil.

Voy a repetir una vez más: No hay verdad, no hay espacio para la verdad. Eso es lo que mata en la dictadura, es que no hay espacio para la verdad porque no hay espacio para la vida. Porque algunas verdades, hasta las más banales, lo pueden llevar a la muerte. Es solo errar el camino en el interrogatorio. Creo que usted y yo estábamos en diversos momentos de nuestras vidas en los 70.

Yo tenía entre 19 y 21 años y combatí la dictadura militar. De eso estoy muy orgullosa.

1 comentario:

Julian Otal Landi dijo...

Muy interesante el post compa!la argumentación esbrillante!
Un abrazo!