C-Erdosain se siente -intimamente- por estos días en la gloria: Un ministro de la nación le está contestando sus notas. Nunca antes le había pasado que le contesten.
Siempre lo putean por la calle, o un racimo de viejas chotas llaman a su programa para decirle "muy bien Rogelio, siga así m'ijo". Nunca pasó de ahí.
Ahora el Jefe de Gabinete de Ministros se viene ocupando de él.
Espero que siga escribiendo como lo hace hasta ahora (aunque un poco de onda, menos adjetivos, menos alchuetería con Binner y Barletta, ser menos lame-ojete de los Vítori, y más estudio no vendría mal), y que no se ponga en Majul, ni en Morales Solá, ni en Magdalena y se haga el perseguido.
Leamos a Aníbal: Rogelio Alaniz no es un buen crítico literario. Y mucho menos un analista político. Entre aquellos que cumplen dignamente esas profesiones y Alaniz, hay un campo de distancia. Claro, él no lo advierte y su entorno no se lo dice. Seguramente porque no debe ser fácil hallar una pluma tan envilecida, ni un discurso tan obtuso y hay medios que necesitan de estas degradaciones.
Rogelio Alaniz ocupa, de tanto en tanto, una página del diario El Litoral y, allí, vuelca sus mugres que, para empezar poco tienen de “crónica” (debería leer y releer la “Crónica de una Muerte Anunciada” de García Márquez para comprender la precisión de ese género periodístico) y mucho menos tiene de política… O al menos no lo tiene la del pasado sábado 4 cuando, en la cual retoma su perorata contra mi libro y contra mi persona (¿buscará fama a través mío este señor?) e intenta atacarme desde lo literario.
Esta noche a lo mejor se toma alguito para festejar.
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