8/11/17

Nuestros códigos estéticos y visuales

Dice La Belén: Te cuento, cirujana monotributista de título de dudosa procedencia, que yo soy simplemente locutora pero que también tengo determinados códigos de estética visual y de estética moral. Te lo digo a vos porque me caíste genial, porque tu criterio estético, moral y ético me reafirmó los criterios propios. Te cuento, vos no te escuchás mala, me cae simpático tu tono, pero se te nota un poco crispada por la "gente que viene de barrios visualmente no muy buenos", y sobre todo me da lástima que estando en Nordelta, mirando al lago, se te llene de Rocíos y de Marcelos y, ¡Dios no quiera!, de Mónicas Susanas.

¡VIRGEN SANTA, QUÉ DELIRIO! ¡LA GENTE QUE VA A TU LAGO, CON UNAS REPOSERAS DE MAR DEL PLATA, A TOMAR MATE! Y TIRAN LA YERBA, ¿ENTENDES? Porque, sobre todo, el temita es que ensucian. La visual, la estética, de esos preciosos terrenos ganados al río en los que ponen tremendas torres sin hacer estudios de suelo ni de impacto ambiental. El problema no son los residuos cloacales que van a parar vaya a saber Dios adonde, o el impacto en la fauna autóctona, o que para hacerte esa lagunita seguramente desviaron algún canal interno del delta y le cagaste la vida a más de un taxista en lancha. El problema, bajo tus códigos de estética visual y de estética moral, es que cuando Lorena termina de tomar sus mates con burro y cascaritas de naranja que son una GRASADA, se da vuelta en la reposera y tira LA YERBA EN EL PASTO. ¡LA ALTURA! ¿NO?

Tenés razón, invertir 200mil dólares para que te estacionen un Fiat Uno y te metan un enganchado de dos horas de Abel Pintos y Jorge Rojas debe ser un bajón. Menos mal que te va bien en la profesión y si querés te las podés picar, no como Roberto que los "problemas visuales" que tiene es que hace dos meses que no le juntan la basura, y lo más cerca de tomarse unas vacaciones es tumbarse en patas en TU LAGUNA, POR LA QUE VOS PAGASTE Y EL NO, a mirar la tarde pasar y comerse alguna cosa inmunda como una cremona o, peor, un pan con chicharrón.

¡Y DIOS NOS LIBRE, DIOS NO QUIERA, POR ALÁ TE PIDO...! Que la preciosa hija Cris Morena Marcela Klosternoner a la que le compraste el depto para que disfrute con sus amigas se termine enganchando con algún DESUBICADO de los que toma mate al lado de la pileta como si estuvieran... que se yo, en la costanera. ¡AY DIOS BENDITO! ¡TE HAGO UN DESMAYO DE SÓLO PENSARLO!

Y llevan perros a la pileta, que son de razas dudosas, seguramente con nombres como Bartolo o Cuquito o Roque, y vos que estás en el borde de la piscina acariciando ese Sharpey Celeste Super Prime Neocroata por el que pagaste mil euros te querés... ¿qué decir? Matar.

Y acá me planto, porque te tolero todo. Criticanos a nosotros, a nuestras costumbres. Decinos que somos feos bajo tus códigos de estética visual y de estética moral. Decinos crotos por andar en patas o por tirar la yerba en el piso. Ciriticá nuestros gustos musicales, nuestras reposeras, nuestros perros. Nuestra educación, porqué no. Te lo concedo.

PERO NO... ME CRITIQUÉS... A LA BRISTOL. No te lo voy a permitir. ¿Que sabés vos de la bristol? Dejame que te explique algo, dejame que te hable de la bristol, de nuestros códigos de estética visual y de estética moral. Dejame que te diga que en la Bristol, vos llegás con tu reposera por cero pesos, y te sentás a mirar el mar pagando cero pesos, y sos feliz por cero pesos. ¿Sabes como le dicen a mar del plata? LA FELIZ. Y no lo inventó un desarrollador de emprendimientos inmobiliarios a ese nombre, para que los compradores se sientan especiales e inviertan parvas de plata que no tienen en una casa de tres por tres. A ese nombre se lo puso el Pueblo, amea. 

Es más: La Bristol, y Mar del Plata, y esa costanera grasa era de gente con tus códigos de estética visual y de estética moral. Gente que se quiso cortar la cabeza cuando llegó Perón y nos abrió las puertas de ese paraíso terrenal que es La Bristol, que ahora te repugna tanto, con sus imitadores de Antonio Rios cantando a toda hora y sus aviones que pasan promocionando la obra de Tristán a la que no va nadie y la gente comiendo Paté de Fua con galletitas de agua y metiendose un churro entero en la boca después, y si... tomando mate... y tirando la yerba.

Gracias a Dios, a Nordelta, la vida se plantea como un eterno ciclo. Y quien te dice, por nuestros determinados códigos de estética visual y de estética moral y de preferencias políticas por ahí, no los vemos a ustedes malos, los vemos buenos, y cuando volvamos no nos apropiamos de TOOOOOODO Nordelta. De un pedazo no más. Del más cercano a tu casa. Porque ¿qué querés que te diga? Soy débil. A vos te molesta mirarnos a nosotros. Pero a mi me encanta verte la cara de asco.

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