por Horacio Çaró
La guerra relámpago que el gobierno de Mauricio Macri desató contra todo vestigio de las principales políticas instrumentadas en los últimos doce años encontró que buena parte de las fuerzas que históricamente se manifestaron –discursivamente– en forma antagónica al neoliberalismo, de pronto enmudecieron.
Sería torpe encuadrar a esas políticas arrasadas por el macrismo mediante la simplificación, un tanto oportunista, de calificarlas como “kirchneristas”, puesto que en su mayoría corresponden a tópicos en los que se alcanzaron a lograr fuertes consensos, al menos en lo formal.
Los derechos humanos, la intervención y regulación por parte del Estado en la economía como contrapeso de las corporaciones, la ampliación de derechos de tercera generación en lo que hace a género, diversidad y salud reproductiva, la elaboración de instrumentos y medidas que tiendan a paliar la desigualdad social, la impronta contrahegemónica en materia de políticas culturales y la fuerte decisión de intervenir en el sistema de medios de comunicación audiovisuales para equilibrar, al menos parcialmente, a favor de los sectores populares el desastroso escenario diseñado por los grupos oligopólicos, recibieron, con mayor o menor grado de entusiasmo, la aprobación de un arco político partidario que excede con mucho al kirchnerismo.
En la provincia de Santa Fe siempre costó mucho más que a nivel nacional que el socialismo y el radicalismo, como fuerzas que comparten con el peronismo la categoría de espacios mayoritarios, se pronunciaran a favor de la vocación que mostraron desde mayo de 2003 tanto Néstor como Cristina Kirchner por desmontar el andamiaje neoliberal heredado del menemismo y los sucesores de esa bestia.
Sin embargo, la decisión de un ala que cada día se muestra más influyente puertas adentro del radicalismo de establecer una alianza con Cambiemos a nivel nacional, y la repercusión de esa apuesta en la provincia, sumada a un proceso de degradación del discurso y las prácticas del socialismo en el poder –desde 2007 en la Casa Gris–, generaron un mix que resulta funcional a las tácticas de gestión del macrismo.
El ominoso silencio de ambas fuerzas, cuando no el apoyo en carácter incondicional, frente a casi todas las medidas del gobierno nacional que son cuestionadas debido a su dudosa juridicidad, o que representan retrocesos visibles respecto de conquistas logradas por el campo nacional y popular, merecen un análisis caso por caso, dadas las consecuencias de esas acciones. COMPLETO
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