9/10/15

Asociación lícita

por Sergio Rossi

Jorge Fernández Díaz entrevista en La Nación a Fernando Iglesias, que parece haber publicado un libro sobre el peronismo. Me trajeron a la memoria a Borges y Bioy Casares, pero no porque los encuentre parecidos.

Bioy Casares escribió en 1940 una maravillosa novela prologada por Borges: La invención de Morel. Un prisionero evadido llega a una isla donde se topa con un grupo de gente que vive su vida con indiferencia absoluta ante su presencia. Con el tiempo percibe que esa gente repite cíclicamente sus actos, y que no son sino fantasmas, imágenes de vidas pasadas captadas, grabadas y reproducidas al infinito por una máquina creada por Morel, un científico que invitó a sus amigos a la isla y los registró para siempre.

Recuerdo aquella novela cuando escucho los argumentos de la paupérrima oposición política de nuestros días. Los mismos argumentos contra el populismo que predicaba el Proceso de Reorganización Nacional cuando era yo adolescente. Las mismas cantilenas del primer antiperonismo que escuché tantas veces como ecos cada vez más apagados cuando era un chico. Las mismas consignas que se lanzaron contra la chusma radical cuando Yrigoyen. Nada que no dijeran los del ’37 o los unitarios del protogolpe de Lavalle y la constitución rivadaviana, o los directoriales de la década anterior. Casi lo mismo que dijeron para defenestrar a Liniers. Nada. Sólo loritos repetidores.

En realidad exagero, no es igual. Son copias desteñidas, empobrecidas, degradadas. Sin pretensión de ilustración o cultura, son mero resentimiento. Racismo profundo, rastacueros en potencia, presumidos vanos y fatuos. Gente que en su cortedad de miras se siente superior moralmente a los demás, que antes se creía culta porque leía el suplemento dominical de cultura de La Nación, y ahora se siente aristócrata porque mira almorzar a Mirta Legrand con una serie de nulidades.

Nota de referencia

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