Por Roberto Schmuck
(Psicoanalista o Psiquiatra, según la ocasión, y columnista de La Pulpo)
Una de las cosas que se aprende de chico escuchando radio un domingo día de la madre es que "todos los días son el día de la madre". Sin embargo las voces engoladas de locutores y periodistas nada dicen los otros domingos del año sobre la cuestión.
"La Madre es todo", "Una madre es lo mejor del mundo" o "Una madre siempre va a estar a tu lado" son frases se repiten irremediablemente a la par que aclaran "yo por suerte que todavía la tengo viva".
El único cliché con el que estoy totalmente de acuerdo es "Sin tu madre no serías lo que sos". Es verdad. Sin esa madre probablemente todos nos hubiésemos convertido en adultos emocionalmente funcionales.
Ha llegado la hora de crear el Día de los hijos que sobrevivieron a pesar de sus madres. Debería ser conmemorado el lunes siguiente al domingo del día de la madre.
Ese día cada uno de nosotros deberíamos faltar al trabajo sin aviso y perdernos por ahí. Comprarnos cosas que el resto del año nos reprimimos, ir a ese restaurante que siempre miramos desde afuera envidiando a los comensales; en una palabra: entregarnos -regalarnos- a los placeres más mundanos.
Los hombres deberían renegar de sus parejas asumiendo que lo que tienen al lado es lo que su madre "ha elegido" por ellos. Las mujeres deberían dejar de repetir que son totalmente distintas a sus madres ya que no hacen más que replicar lo que han hecho con ellas. Todo es mentira. Nada es real.
Todos merecemos ser felices a pesar del agujero emocional que nuestras madres nos han dejado. Pero felices a nuestra propia manera y no lo que heredamos como concepto de felicidad justamente de ella.
La madre no es más que, si se me permite la metáfora en este escrito científico, "El Culpo" de Rep.
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