"Siempre fuiste mi espejo, quiero decir que para verme tenía que mirarte". Julio Cortázar
En la mirada el obsesivo encuentra en la mujer que idealiza su propio yo, se busca a sí mismo, busca su propia imagen. Recubre su fantasma sádico con lo especular. En el deseo del sujeto obsesivo está en juego la desaparición del Otro, su destrucción, ergo, se defiende de ese deseo, deseando un objeto prohibido o bien inhibiendo el deseo, que aparezca como imposible. No quiere saber nada de su fantasma sádico y lo encubre presentándose siempre dispuesto a satisfacer la demanda, simpático, amable.
En la regla fundamental del psicoanálisis se invita al obsesivo a asociar libremente, pero él sólo puede relatar, atar semánticamente los significantes, aislarlo del verdadero contacto que resulta difuminado por los procedimientos de significación. La acción del analista consiste en impulsarlo, mediante el corte y la interpretación, a asociar más libremente, incitarlo a la histerización.
¿Y a qué viene esto?
Ni idea. Sólo quería ver qué se siente copiar y pegar pelotudeces, y en lugar de ponerlas en facebook, lo hago acá. Después les cuento la experiencia y hasta a lo mejor lo leo.
¡Bueno che! Peor es poner perritos para dar lástima.
Con esto a lo mejor alguna película se hacen.
Yo me voy a seguir en lo que estaba.
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