Por estos días Yoani ha logrado salir de su país y tiene garantizada una amplia gira por distintos países, incluído el nuestro.
El lunes estuvo en Brasil, en una ciudad del interior de Bahia llamada Feira de Santana donde se iba a proyectar un documental sobre ella. No llegaban a 100 los asistentes. Un grupo de militantes de izquierda llegó al lugar e interrumpió por 40 minutos la proyección. Luego de eso Yoani se puso a disposición de las preguntas que le quisieran hacer, incluso aquellos que habían llegado para manifestarse en su contra. Ella respondió con calma y respetusamente todas las preguntas.
Este escandalete repercutió como era de esperar y al otro día había casi 2000 personas dispuestas ver el documental gracias a la sobreexposición mediática. Obviamente fue presentado en los medios como un hecho intolerante y de falta de respeto hacia Yoani. Era lo que estaban esperando.
Pero la historia de la bloguera comienza mucho antes de este episodio. De nada vale decir que su actividad es financiada por EEUU o por los anticastristas. Más allá de que esto sea cierto o no, quien mejor publicidad o propaganda le hace a esta chica es el propio gobierno de Cuba, o quienes fuera del país son sus defensores. Sin ellos no existiría.
Cabría hacer una pregunta retórica a esta altura: ¿Se entiende por qué Cristina no contesta giladas ni se presta a polémicas que sólo harían crecer a inútiles?
José Corral, el intendente de Santa Fe, está bien lejos de ser un revolucionario o de parecerse en algo a Fidel Castro. Su torpeza, y la de sus funcionarios, ha hecho famoso a un Centro Cultural que era ignorado por la mayoría de la ciudad.
Corral organizó esta marcha en su contra cuando imitó a Macri.
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