30/7/11

Perón y los Caudillos

Dijo la compañera María Eugenia Bielsa refiriéndose a Reutemann: “Como siempre sucede, uno no termina de entender lo que dijo, no sé si era para apoyar el PJ o para complicarlo. Son de tal ambigüedad, o tan poco claras, que no la pudimos comprender. Cada uno se hace cargo de lo que debe. Hubiera sido mejor que hubiese dicho: «Yo voy a votar por tal»

Y como ando bastante desorientado o haciendo asociaciones libres porque sí, me acordé de este párrafo del libro Conducción Política de Perón.

CONDUCCIÓN PRIMARIA
Como consecuencia de que el contacto de las masas era directo con los caudillos de segundo orden y de que éstos eran los intermediarios entre la masa y la conducción superior (fuese ésta hombre o partido), no se podía, por razones de medios, realizar una conducción más o menos centralizada.

Había que confiar en los caudillos de segundo orden, porque ¿cómo podía el caudillo total llegar hasta la masa misma? No eran hombres para adoctrinar masas o bien no les convenía llegar con su palabra a la masa. Por otra parte, ellos no querían de la masa el apoyo sentimental, sino el apoyo electoral, con el cual se conformaban. En consecuencia, y como no existía entonces la radiotelefonía y aun después, cuando existió, ellos no quisieron ponerse en contacto directo con la masa por ese medio que les brindaba la ciencia y permanecían aislados de la masa.

EL CAUDILLO
¿Por qué? Porque el caudillo no era un adoctrinador, ni un maestro, ni un conductor. Prefirió, pues, substraerse del contacto con la masa. Y decía más: "No hay que meterse mucho. Se gasta uno..."

Eso es cierto, es de la época. Cuando yo era subteniente, había un capitán en mi compañía, de esos capitanes viejos, que decía lo mismo: "No hay que ir mucho a la compañía porque los subalternos pierden el respeto".

¡Es claro! Como era ignorante y bruto, en cuanto lo conocían, le perdían el respeto. Estando alejado, no lo conocían y estaban siempre en duda sobre
su valor, inteligencia y capacidad.

Lo mismo era el caudillo político. Eludía el contacto con el pueblo porque no le favorecía, porque carecía de las cualidades que debía tener para conducir. Es decir, que su resolución de no establecer contacto era sabia en cierta medida. Pero el pueblo, a la larga, tenía que conocer la verdad, porque las verdades, se pueden ocultar por poco tiempo.

Se me dirá, tal vez 'dificulto que Reutemann haya leído a Perón y siga sus consejos'. No lo sé, responderé. No lo sé. Pero los silencios de Reutemann a lo mejor tengan que ver con esto.

Ahora por qué nosotros le asignamos tanto valor a si habla o no habla, son cinco guitas aparte que espero me ayuden a descular.

1 comentario:

Mariano Bär dijo...

Jejejejeje idolo Perón...