23/7/11

Hay que dar la batalla cultural para poner la política por encima del show


La verdad es que en las elecciones del domingo en la provincia de Santa Fe no se juegan dos modelos político-económicos. Se juega una fuerte parada la calidad democrática argentina. Porque no se trata de dos opciones ideológicas antagónicas. Se trata de la elección entre el mundo de la política y el mundo del espectáculo.

Más allá de las diferencias entre el socialismo santafesino y el kirchnerismo, hay entre ellos una racionalidad que proviene de la gestión, del relato, de la discusión en términos relativamente comunes dentro de la contienda electoral. Sin embargo, el candidato del PRO y del peronismo residual, Miguel del Sel, encarna la no-política en la Argentina.

La semana pasada tuve la oportunidad de entrevistarlo en Radio América y me resultó alarmante –más allá de la simpatía personal que le tengo como actor y cómico– su desconocimiento de la política. Su discurso no pasó más allá de un par de chistes y de reconocer que se va a “rodear de técnicos y gente que sabe” para poder gobernar la provincia.
¿Por qué es el mundo de la no-política? Sencillo: porque no importa la palabra, ni el debate, ni el relato, pero porque tampoco es necesario la aptitud de gestionar ni de especializarse en el manejo de la cosa pública.

No hay código, ni carrera, ni especialización: cualquiera puede ser político, como si se tratara de un cambalache donde “mezclao con Stavisky va Don Bosco y La Mignón, Don Chicho y Napoleón, Carnera y San Martín”.

El socialismo santafesino podrá haber cometido errores y aciertos en su gestión gubernamental, como cualquier otra fuerza política en la Argentina. Pero siempre ha sido un opositor leal al sistema político y, sin dudas, un actor racional dentro del juego partidario. Hermes Binner –jefe político de Antonio Bonfatti– no construye un relato esotérico ni antipolítico, no extrema las opciones ni traviste sus ideas políticas.

Su fuerza ha sido en algunos temas concretos –matrimonio igualitario, Ley de Medios, por ejemplo– un aliado circunstancial del gobierno nacional, y en otros casos no ha brindado su apoyo.

Fue más movido por la ética de las convicciones y de la responsabilidad que por el oportunismo político, como tantos otros líderes que han pasado de ser progresistas de la primera hora al neoliberalismo recalcitrante de la primera hora.

Y Agustín Rossi, el candidato del kirchnerismo, ha sido en estos años una de las principales espadas políticas de la fuerza. Cuando pasen los años, muchos recordarán cómo se puso en los momentos difíciles las sesiones del Congreso al hombro: desde la pelea por la 125 hasta el matrimonio igualitario lo tuvieron al “Chivo” –como lo conoce la militancia– como un orador preciso y entusiasta.

Hombre de probada lealtad al gobierno nacional, fue castigado en el plano territorial primero por los acólitos de la dirigencia rural que lo atacó en varias presentaciones en Santa Fe y, también, por aquellos sectores del peronismo ortodoxo que decidieron darle la espalda en la interna y luego, quebrando el código político partidario, emigran con su voto hacia la experiencia liderada por el actor cómico.

Las elecciones de Santa Fe son cruciales por lo que significan en términos políticos a futuro. La aparición de Del Sel puede ser un coletazo del noventismo decadente o la emergencia de una nueva oleada de despolitización de la sociedad frente a una etapa de bonanza económica.
Como sea, es el síntoma que demuestra que es necesario reforzar las dosis de anticuerpos para enfrentar una segunda etapa en esta batalla cultural que ponga a la política por encima del show.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

ESTOY DE ACUERDO CACHO. POR ESO, EMPIECE POR IR ESTA NOCHE A VER LA RONCA (Elabas)

Anónimo dijo...

De cumbia y porrón nada che, que pedazos de panchos que son.
Che vieron los carteles que hicieron los de mesa de trabajo con el diario uno y un título diciendo "Del sel sacaría los planes trabajar"?
Mas cosas hacen mas la benefician a la tota.