¿Qué nos pasó?
¿Cómo no lo vimos venir?
¿Por qué ninguno de nosotros siquiera lo sospechó?
Ahora es fácil advertirlo pero reconozcamos que el tipo tenía -y tiene- una cara de asesino serial, degenerado y hasta de proxeneta, difícil de igualar.
Ese pañuelito al cuello seguro que contiene algún mensaje diabólico que yo no entiendo.
Era Lucifer, Belzebú, Satanás y no nos dimos cuenta.
En fin, este nos cagó.
4 comentarios:
Los romanos la tenían más clara que lo que nunca la tuvo Nëstor: No pagaban traidores.
Acá sí que se nos escapó la tortuga.
Encima, es tan estúpido, que duplica la bronca.
jajaaa qué cara de salame!!
Oara mí se llenó los bolsillos de guita con la traición. Emo
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