Me ha tocado a lo largo de mi vida participar de innumerables reuniones políticas, sindicales, organizativas, informativas y hasta algunas de trabajo. Algunas experiencias recogidas en ese camino creo conveniente poner a disposición de aquellos que insisten con este sistema para ponerse de acuerdo en algunos objetivos.
Veamos, desordenadamente, algunos casos, situaciones y personajes que pululan en estos encuentros.
Horarios
El elemento de medición mundialmente aceptado para el horario es el reloj. Él es quien nos anoticia sobre el momento del día en el que estamos, y muchas veces si tenemos que irnos a dormir o comer.
De la misma manera nos dice casi con meridiana precisión la hora.
Tanto se ha extendido el uso del reloj, que muchos de los teléfonos móviles que hoy en día tanto utilizamos, tiene uno incorporado. Y hasta la posibilidad de programarlo para que haga un oportuno sonido que nos dirá a qué hora tomar la pastilla o a qué hora empieza y finaliza la reunión.
Amasar la idea
Es casi imprescindible no soltar lo primero que nos viene a la cabeza en la tertulia. Conviene pensar lo que uno va a decir. No está mal hacerlo dos o tres veces. Caso contrario la expresión en lugar de adquirir forma de transmisión de un pensamiento se transforma en un vómito. Una idea amasada hasta es breve.
Usar la oreja
Generalmente cuando uno habla, dice algo.
Es en este sentido que para entender se hace necesario, como primera medida, escuchar. Sólo así podremos acompañar, refutar, contradecir o aportar al pensamiento del orador.
Los imaginadores
Son una subespecie de los que no escuchan y tiene la capacidad de adivinar –cosa que nunca pueden concretar con certeza- para dónde va el discurso. Entonces antes de que uno pueda terminar, ya te están respondiendo, apoyando o cagando a pedos por cosas que nunca siquiera conjeturaste.
Las preguntas
Suele ocurrir que cuando es invitado un orador con algún tipo de conocimientos que a la mayoría les es ajeno, hay algunos que se sienten en la obligación caer bien al disertante. Comienza así en el escucha ignorante el "operativo seducción", que no toma forma de miraditas, coqueteos o directamente piquitos mirando a los ojos exponente.
No, todo lo contrario. Lo interrumpe para contar que en el año '73 estuvo reunido en Puerta de Hierro con el General Perón quien le habría revelado un secreto importantísimo para la continuidad del movimiento, secreto que no viene al caso, ya que el invitado está hablando de la defensa de Unión del ‘79.
Empezar desde cero con los nuevos
Con la incorporación de nuevas personas al grupo inicial se da un fenómeno un tanto extraño.
Es necesario ponerlas al tanto de lo que ya se venía hablando, lo que ya se definió, no para informarlo, pero sí para hacerle saber que no vamos a volver a tocar esos tópicos ni a cascotazos. Deberá procurarse entonces de un Comando de Recepción (no más de dos personas) que tendrá como función principal la de poner al corriente al novato para que los demás no nos embolemos con las explicaciones.
Decisiones populares
Aparece esta figura cuando quien conduce la reunión no tiene la más puta idea de qué es lo que quiere. Comienza argumentando en un sentido para luego, ante el primer comentario, cara rara o gesto del ocasional auditorio, volver sobre cada una de sus palabras y comenzar una contra argumentación de todo lo que hasta ese momento venía revelando como verdad absoluta. El final viene con el previsible “Esto es lo que yo pienso. Pero la organización no soy yo solo: Decidamos entre todos!”
Los que hacen otra reunión dentro de la reunión
El Rey Juan Carlos gritó “Por qué no te cáias!” al compañero Chávez cuando este bravuconeaba mientras el Primer Ministro de España intentaba hablar. Casos similares, y con integrantes de menos rango que el de Rey, Presidente o Primer Ministro, se dan cuando se encuentran dos que hace mucho no se veían y se empiezan a preguntar por hijos, sobrinos, familiares fallecidos, novios, novias y hasta amantes, generándose un murmullo que muchas veces no se distingue desde donde viene, pero incomoda.
El ingeniero Santos
Culpa de la anterior especie aparece otra que es la del “justiciero por mano propia”, es decir aquel que se siente en la obligación de que todo funcione. Pide silencio la primera vez. La segunda emite una onomatopeya; “Shhhh!”. Y la tercera directamente dice “oíme, che, quiero escuchar: cerrá el ojete un rato”.
La cita de solapa
El operativo seducción incluye también (¡Y de qué manera!) las citas.
Son insufribles los que habiendo en su vida leído dos libros por la mitad, se la pasan citándolos y se dan discursos similares a: “Ya lo dijo Althusser, siguiendo al gran Antonio Gramsci: siempre habrá ideología…”, o “Como dijo el viejo sabio Max Weber en su libro ‘Die protestantische Ethik und der 'Geist' des Kapitalismus’, para los que no manejan el alemán, les traduzco ‘La ética protestante y el espíritu del capitalismo’, el mundo protestante es más exitoso económicamente que el mundo católico”, aún cuando se está discutiendo la cantidad de docenas de empanadas que se van a poner a la venta en beneficio de los hijos prontos a viajar.
La cita incomprobable e interminable
"Como dijo la Premio Nobel Rigoberta Menchú en aquella recordada visita a lo que antiguamente se conocía como Tenochtitlán, en una conferencia que se caracterizó por la gran presencia policial y de integrantes de los servicios de inteligencia de toda América, con fuerte vínculos –como todos sabemos- con la CIA y el Departamento de Estado, que no hacen más que demostrar la fuerte injerencia del imperio en nuestros asuntos, imperio que a mi gusto muestra toda su prepotencia en lo que se conoció como el Consenso de Washington. Un consenso que no fue tal, ya que los países latinoamericanos simplemente lo acataron y no participaron de su elaboración, tal como acertadamente lo sugiere Ethel Rojo en su libro ‘Bataclanas éramos las de antes’, donde hace un claro resumen de época comenzando por la fatídica noche de los bastones largos, de la que participó y que marcó fuertemente su carrera, carrera que si bien tuvo sus altibajos, bien podríamos decir, siguiendo a Carlos Bilardo, aquel innovador técnico campeón del ’86, que algunos maliciosamente definen como el gran asesino de los wines, y su ensayo titulado 'El Carnaval de Gualeguaychú. Economía y Sociedad', donde nos propone como idea fuerza, o tal vez como disparador del debate, un debate que para nada debemos eludir y que al contrario debemos profundizar para llegar a conclusiones sólidas, una solidez que –y perdonen si me estoy extendiendo pero lo creo absolutamente necesario- es imprescindible comparar con las estructuras de una casa…”, aparece a veces como frase elegida al iniciar una preguntar similar a ¿de qué signo es usted?
Quedarán para más adelante otros especímenes o situaciones que apenas enumero ahora: “No hables mientras yo estoy interrumpiendo”; “Los que tiran un tema cuando se está hablando de otro”; “Las frases hechas”; “Los largueros”; “El reunionismo”; “Los contadores de chistes inoportunos”; “El anecdotario de la COLIMBA o de las travesuras de la secundaria”; “Los que establecen una ley general a partir de un caso”; "Los padres y la escuela" y “Los que van a hacer catarsis”.
Próximamente.
3 comentarios:
barrica, qué te pasó? venías fenómeno, con ironía y sarcasmo, análisis agudos y peronismo explícito, pero te mandaste esta nota, francamente, bien pelotuda. Que no se repita.
Muy útil manual, para observar, a veces imitar y la mayoría evitar. Esta tarde tengo una reunión, me voy a llevar una copia de este tratado.
El aforismo "Habla solo si tus palabras son mejores que el silencio" me conducen inexorablemente al mutismo. Espero que no se me vuelva crónico porque pensándolo bien, es mejor que la gente diga alguna pavada (nada más común en el ser humano)a la incomunicación. Claro, un tema aparte son los que se empeñan en perpetrarlas todo el tiempo, de los cuales en la Néstor no hay ningún caso, obvio!!!
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