Por Lic. Fernando Pisani
Si ponemos un huevo en un jarro con agua y flota ostensiblemente, no dudamos demasiado: casi con seguridad está podrido y no lo usaremos. Lamentablemente no contamos con un procedimiento tan sencillo y eficaz que nos advierta sobre los contenidos de un producto mediático o sobre una noticia o “información”. Menos aún contamos con los métodos también simples para prevenir una salmonella frente a la toxicidad de pensamientos e ideas que se nos ofrecen como una mayonesa. Ni podemos aplicar los procedimientos de pasteurización para reducir los agentes patógenos que salen al aire o vemos en letras de molde día tras día. Y en cierta manera, esto último por suerte, pues ¿quién determinaría lo que es tóxico de lo que no lo es? ¿No han sido acaso las banderas de las diversas dictaduras del mundo eliminar los “agentes externos y corrosivos”que “infectan” y socaban la forma de vida occidental y cristiana?¿No es bueno vivir bajo un gobierno que permita que se le diga cualquier cosa?...
En la actualidad los medios hegemónicos ya no están al servicio de algún sector dominante como antaño, ni se d jan sobornar o condicionar por las pautas publicitarias de grandes empresas o gobiernos. Ya no son el espacio donde los intelectuales de la clase dominante podían expresarse y crear opinión. No. Hoy son parte importante de la clase dominante, son los intelectuales orgánicos de un sector de la clase dominante, a la que ya forman parte mediante redes y lazos de todo tipo. En el conflicto con la Rural y los agroexportadores no se alinearon con ella y la apoyaron. Defendieron sus propios intereses, que son los mismos que las grandes corporaciones agropecuarias, industriales, bancarias, pues tienen negocios propios en todos esos terrenos y más. No actúan meramente como dueños de medios, sino como dueños de tierras, plantaciones, ganado, industrias, etc. No por nada en el acto de la Sociedad Rural, los políticos de los bloques parlamentarios que estan al servicio de esos intereses, convocados por la SRA, fueron coordinados en una mesa por el jefe editorial de Clarín.
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